DEL MATAMOSCAS AL FLIT-FLIT

Asquerosos, malditos, dañinos, repugnantes… esos son algunos de los calificativos que reciben unos seres que pueblan nuestro mundo en un número increíblemente superior al del hombre y desde siglos antes que la raza humana y que denominamos, insectos.

Los insectos han sido molestia desde siempre bien por sus cualidades parasitarias bien por su voraz apetito fulminador de cosechas… etc. Seamos jueces y verdugos: aquellos que no solo no cumplen una función útil, sino que colaboran en la expansión de infecciones y enfermedades han de ser eliminados.

Los sistemas han evolucionado notablemente, desde que nuestros antepasados los eliminaban a base de “tortas” o los alejaban de ellos con métodos rudimentarios como el azufre. Sin embargo, seamos justos, también nos hemos servido de los insectos en nuestro beneficio.

Desde entonces, la ciencia ha investigado y evolucionado con el paso de los años hasta llegar a los presentes insecticidas.

Como dato básico a aportar sobre la producción actual de insecticidas, deciros que se basa en la metilamina producto de las instalaciones que tiene CEPSA Química en Palos de la Frontera, que está diseñada para producir las tres metilaminas, monometilamina (MMA), dimetilamina (DMA) y trimetilamina (TMA). Éstas se producen simultáneamente como consecuencia de las reacciones producidas entre metanol y amoniaco junto con una corriente de reciclo; el proceso permite modificar las cantidades producidas de cada una de las diferentes metilaminas.

Las metilaminas tienen una amplia gama de aplicaciones como herbicidas, fungicidas e insecticidas, disolventes, explosivos industriales, acelerante de la vulcanización del caucho y química fina y farmacia.